Fundada como la colonia romana de Hispalis, Sevilla floreció como un importante centro comercial del Imperio Romano. Con la llegada de los visigodos y, posteriormente, de los musulmanes en el siglo VIII, la ciudad se convirtió en un próspero emirato y luego en un califato bajo el nombre de Ishbiliya. La Reconquista cristiana en 1248 marcó un nuevo capítulo, llevando a la construcción de la majestuosa Catedral y el Real Alcázar, símbolos del poder y la fe. Durante la Era de los Descubrimientos, Sevilla se consolidó como el principal puerto de comercio con el Nuevo Mundo, atrayendo riqueza y diversidad cultural. Hoy, la ciudad preserva esta herencia multifacética en sus calles, monumentos y tradiciones, ofreciendo a los visitantes un viaje a través del tiempo.